No siento dolor, tampoco rabia, ni odio, ni resentimiento, es curioso porque esos sentimientos me han acompañado desde que era una niña, engendrados por las palizas de mi padre y la indiferencia de mi madre. Borré de mi interior cualquier rastro de humanidad y me convertí en una fiera, perseguí con ansia el poder, y recorrí de su mano un camino de muerte y sufrimiento. Las mujeres me temían, los hombres se metían entre las sabanas de mi cama.. Poder, riqueza, fama, conseguí todo lo que había deseado, y sin embargo me sentía muerta, si, estaba muerta, para darme cuenta vasto solo una mirada, una mirada que giró mi vida ciento ochenta grados, él me miró de una forma diferente, vio que dentro de la fiera todavía existía un poquito de humanidad, él me trajo de nuevo a la vida, me dio el cariño que siempre había necesitado, me dio razones para sobrevivir, para dejarlo todo atrás y querer empezar de nuevo. Me arrepiento de muchas cosas, pero no cambiaría por nada del mundo un ultimo amanecer al lado de él. Si este es el precio que debo pagar por averle amado, no hay nada en toda mi vida que me haya salido mas barato. No siento dolor, solo quiero quedarme así para siempre, es sus brazos
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